Cómo retorcer el lenguaje a martillazos
Merkel nos tiene en el punto de mira. Y es que hasta en fútbol los
alemanes parece que nos tienen ganas. No sé si será una antigua vendetta por
‘los daños’ colaterales que los amaqueros y tanos de playa infligieron en las
féminas alemanas en Torremolinos en la época preconstitucional o porque tenemos mas sol que ellos y aquí se
come mejor, pero que nos tienen enfilaos es un hecho.
Hace unos días marcaron 8
chicharros a los mejores equipos españoles, así que estamos de capa caída,
sniff. Y es que si el fútbol no nos da alegrías, es inútil. Porque si no sirve
para sanar las almas de seguidores, muchos ya jubilados y parados, pues que
quereis que os diga: no tiene sentido. Ahí es cuando te das cuenta que más que
un deporte (me refiero a los equipos grandes), es un negocio, pero preferimos
no verlo. Y es que como ocurre hoy en la sociedad, la población camina por una
vía distinta a la de los futbolistas, los políticos y los meteorólogos. Ninguna
de estas profesiones sabe lo que es estar en el paro por muy mal que lo hagan.
Es como ser funcionario -como diria el visionario económico Juan Iranzo en Telemadrid-
un trabajo para siempre. Una terrible paradoja en una sociedad en la que ya nada
es para siempre y donde la mentira y el engaño, cuando no la ineptitud, se han
instalado, como un virus, en el hardware social.
Decía Mark Twain que nadie
puede vivir con alguien que dice la verdad de forma habitual, pero añadía que,
por suerte, la mayoría nunca hemos tenido que hacerlo. De hecho, el lenguaje críptico se ha utilizado desde siempre para no comprometerse
–cuando no engañar, perjudicar o traicionar- con causas o personas-. Lo hizo la
Iglesia, con su latín, para ordeñar las mentes del estado llano, luego los
juristas, los médicos y, más modernamente, los políticos y los meteorólogos. Eso es
tan cierto como esta frase paradójica: 'Lo cierto es que tal vez no mientan,
pero no dicen la verdad'.
Los meteorólogos hablan de ciclogénesis explosiva,
perturbaciones o isobaras para decirnos algo tan simple como si va a llover o no, y emplean
adverbios acabados en mente, como moderadamente, para no comprometerse en sus
pronósticos, muchas veces fallidos, como se comprueba cada 'puente', Semana Santa u otras fiestas de guardar.
También lo intentaron los futbolistas con sus latiguillos ‘la
verdá que... o 'de que vamos a darlo todo..., pero su textura neural no da para más en la mayoría de los casos (cuando hay alguno un poco intelectual lo echan del equipo por subversivo, como hacía el extinto Jesús Gil).
Pero si el lenguaje sirve a intereses espúreos y ocultos, es evidente en la política. Las nueva semántica no es de ahora. Las D.O. políticas
parten desde Adolfo Suárez (puedo prometer y prometo) a Felipe González ('por consiguiente'),
pasando por Aznar (mire usté, mire usté) o el mismísimo Zapatero con su triste y famosa
‘desaceleración acelerada’ al hablar de la crisis. Yo pensaba -iluso de mi- que Rajoy, ya de por sí críptico,
con sus decimonónicas preguntas y repreguntas a si mismo, no caería en este
error, pero parece que la tecnocracia ha podido con su farmatint y sus barbas.
Recientemente (y aparte de no cumplir sus compromisos electorales, como todos, claro) el o miembros destacados del Gobierno se han referido a recargo temporal de solidaridad o gravamen complementario, para referirse, en realidad, a una subida
del IRPF; reordenar las cifras del cuadro macroeconómico en lugar de
empeoramiento de previsiones económicas; crecimiento negativo,
para referirse a la recesión, o referirse a ‘hipótesis
que han dado lugar a unas envolventes muy prudentes, para explicar algo todavía ininteligible. Para que
la cosa no quede ahí se han inventado como palabro la ley de
desindexación de la economía, para señalar que la subida del IPC y los supuestos aumentos de sueldos y pensiones y el coste de los
contratos públicos ya no se vinculará a la evolución de los precios. En el colmo de este 'Circo del Sol' semántico tambiénhan señalado que la tasa de
paro flexionará en 2014 (hasta el 26,7% de la población activa), para situarse
por debajo del 25% en 2015, aunque lo que quieren decir es que el paro va a seguir subiendo.
En realidad, todo se resume a esta mítica palabra: paro. Si algún político sufriera en sus carnes; en primera persona, estar en el paro y sin recursos; que te zamparan los ahorros los bancos por las preferentes, que te robaran la ilusión en cada telediario o que los hombres y mujeres del tiempo dejaran de fallar para que supiéramos cuando podremos al menos tomar el sol gratis,pues otro gallo cantaría. Pero el paro para ellos son como los billetes de 500 euros, los famosos Bin Laden, que saben que existen, pero nunca los han visto de cerca (salvo corruptelas) y así nos va. Y de fútbol, mejor no hablar.
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